viernes, 2 de septiembre de 2011

Métete el dedo en el culo

  Breve explicación del por qué, del título de este blog.

  Hace algún tiempo, alguien proponía como solución a todos los problemas, meterse el dedo en el culo. En principio podía sonar algo feo y sexista. "Ese (o esa) lo que tendría que hacer es meterse el dedo en el culo...", decía esta persona.

  Al principio me pareció algo vulgar, descarado y falto de respeto. Pero he conseguido otra visión de lo que podría ser "meterse el dedo en el culo":

  Un día, estando en la bañera, chapoteando cual niño pequeño, se me ocurrió hacer tal cosa para comprobar por mí mismo, si esa sería la solución a todos mis problemas. Mientras lo intentaba, no pude evitar pensar en otras cosas que las personas, en concreto los hombres, hemos intentado alguna vez durante nuestras vidas. Esto es: tocarnos la nariz con la punta de la lengua, convertir nuestra meada en una pared en arte, escupir un chicle hacia arriba intentando que nos vuelva a caer en la boca, hacernos una felación a nosotros mismos, y meternos "lo que sea" por el ano. En mi caso, las primeras nunca han funcionado, y la última, fue introducir mi anular derecho por el recto.

  Lo que pretendía comprobar, era, si aquella acción tan sencilla, iba a tener en mí, el mismo resultado que en quienes dijeron haber ido a Lourdes con el éxito del milagro. En fin, que les voy a contar...

  Todavía con el dedo dentro del susodicho orificio, estuve así como un minuto pensando en el resultado reparador que me tendría que reportar aquella acción, según aquel tipo tan peculiar. Y el resultado fue, NINGUNO. Pero la revelación llegaría después...

  Cuando te sacas el dedo del culo, por norma general, sale bastante feo y sucio. De eso da fe el agua de mi bañera aquel día, y también, mi cara, descomponiéndose por momentos al ver como el agua, donde yo chapoteaba inocentemente, se tornaba oscura y sombría (como mi interior, pensé yo).

  Y fue entonces cuando empecé a hacerme preguntas sobre mí mismo.

  ¿Por qué mi exterior tan limpio y mi interior tan sucio?
  ¿Acaso esta limpieza exterior esconde realmente mi miseria interior?
  ¿No es eso lo que hacemos todos (limpiar nuestra parte visible)?
  ¿Es verdad que tengo un lado oscuro?
  ¿Y por qué es tan oscuro y huele tan mal?
   y más...

  En realidad las respuestas llegaron solas. Empecé a pensar que lo que mostramos al mundo, es la cara "limpia" de nuestro yo. Mientras tanto, ocultamos, incluso para nosotros mismos, nuestras vergüenzas, nuestras miserias, nuestra parte fea, nuestro interior... que aflora cuando alguien consigue "meternos el dedo en el culo" y ver lo que sale de ahí... Empecé a comparar esa asquerosidad con mi pensamiento (o alma, o espíritu, o sentimientos, o como quiera usted llamarlo...) y me di cuenta de que solo una persona que está verdaderamente limpia por dentro, será capaz de mostrar al mundo su cara externa más limpia y fiel a su persona.

  Empecé a cuestionarme si eran válidos o no, los modelos de comportamiento que estaba recibiendo por parte de la sociedad en general, me replanteé si mi forma de actuar estaba en consonancia con mi forma de pensar, reorganicé mis prioridades vitales... Descubrí que la felicidad es un estado de ánimo, y por lo tanto, no se puede comprar. Se me ofreció un mundo, donde las personas pueden ser buenas "sin más", pero muy malas a cambio de bienes/dinero/poder/ego/codicia, así como la posibilidad de elegir, en qué parte de ese mundo quiero estar yo. Empecé a mirar con envidia a la gente que era más feliz que yo, y con lástima a quienes tenían más riqueza. Con envidia a las familias unidas, y con lástima a las familias que veraneaban en hoteles caros. Con envidia a quienes disfrutaban de la tertulia en el parque, y con lástima a quienes compraban compulsivamente para satisfacer parcialmente su adicción a tirar de tarjeta de crédito.  Me di cuenta de que no tengo que esperar a que todo el mundo sea bueno, para poder serlo yo. Todo lo contrario, tengo que empezar por hacer YO esas cosas que molan tanto, y esperar que los demás se contagien de ellas. Mirando al pasado, descubrí que la mayoría de las cosas buenas que me habían pasado, ERAN POR MI CULPA; y me dije a mi mismo que me culpabilizaría también, de las que me pasarán en el futuro.

  Vacié la bañera de esas aguas nauseabundas con aspecto de ciénaga, me di una ducha... Y ME REINVENTÉ.

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