jueves, 9 de febrero de 2012

No hay pan "pa" tanto chorizo. Introducción

  No voy a hablar de los que todos conocemos, de esos ya se habla bastante en otros sitios. Este es un lugar de autocrítica y no de crítica hacia otros. Así que, hablemos del chorizo que todos llevamos dentro, gracias a la mentalidad que se nos ha ido inoculando, y que hemos asumido como buena.

  Y no estoy diciendo que todos seamos unos ladrones, QUE LO SOMOS. Estoy diciendo, que no tenemos la empatía necesaria para recapacitar acerca las consecuencias que tienen, nuestra ansia de dinero, en los demás. Pero antes de llegar a esa conclusión, me gustaría profundizar un poco en el por qué.





  Si echamos la vista atrás, hasta el colegio, podremos ver que ni en nuestras casas ni en nuestras escuelas se nos ha inculcado esos valores de competitividad, crecimiento económico, posesión, poder, etc. En definitiva, eso NO ERA IMPORTANTE para nuestras pequeñas mentes. Más bien nos metían en la cabeza razonamientos como la solidaridad, empatia, respeto hacia el medio ambiente, humildad, etc. Cuando eramos niños, es decir, cuando salíamos a la calle a jugar sin dinero, nuestras prioridades eran totalmente distintas de las que se supone que deberíamos tener ahora, ya adultos. Han estado educándonos, según un modelo de sociedad que no se correspondería, con lo que nos depararía el futuro (y que ahora agradezco, por supuesto).


  Mis padres me decían: "tienes que estudiar, y así, el día de mañana (o sea, hoy), serás una persona DE PROVECHO". ¿Y qué significa ser una persona de provecho? Para mi, es muy fácil: una persona de provecho es alguien que es capaz de afrontar con serenidad los problemas y las responsabilidades que le puedan surgir. También es una persona que actúa, según esos principios de solidaridad, empatía, etc... que comentaba antes. Y que además, LO HACE SIEMPRE, durante el resto de su vida.

  Luego llegó la adolescencia. Ahí, todo cambia. Empezamos a querer ser mayores y a fijarnos en los que ya lo son, para seguir sus modelos. Creo que es lo sensato, aunque no lo más práctico. Empezamos a ver que la realidad del mundo es otra distinta a la que habíamos aprendido anteriormente. Aparecen nuevos objetivos que antes no teníamos. Esto es:
  Hay que ser el más popular del instituto, tener más de todo que el de al lado y hacer saber al mundo que eso es así, ser la reina de la fiesta, tener moto, después, tener coche, el mejor móvil... Tener todas estas cosas hacen de nosotros personas más populares, con más reconocimiento social, más atractivos, etc... Mi mejor amigo ya no es en quien más puedo confiar, sino quien más (de lo que sea) tiene para ofrecerme. El dinero, el poder, el estatus social, el reconocimiento social, y la capacidad de convencer al mundo de que TU eres su ombligo, toman un valor tremendo en la mente del adolescente, dejando a un lado otros valores. Estos valores son los que nos han enseñado de pequeños, pero, según todo el mundo, ya están anticuados, no sirven, hay que modernizarse...

  Ahora ya no le dicen que usted tiene que ser una persona de provecho. Ahora le dicen que hay que ser COMPETITIVOS. ¿Y qué significa ser competitivo? Tener la capacidad de competir. ¿Y contra quien? CONTRA TODO EL MUNDO, pues el resto de personas, dejan de ser personas para convertirse en oponentes. Oponentes en el trabajo por conseguir el puesto que usted desea, oponentes si ponen un negocio similar, pues los consideramos competencia, oponentes en la cola de la carnicería, oponentes cuando comparamos nuestras pertenencias, oponentes en la autovía porque queremos llegar antes que el otro a lugares distintos, oponentes por conseguir la oferta más barata, etc... Ahora todo son guerras, por algo tan absurdo, como absurda era la palabra competitividad cuando eramos niños.

  "Tiene usted que sacar las mejores notas, le dicen ahora, para conseguir un puesto de trabajo mejor remunerado. Usted trabajará menos y ganará más, se esforzará menos y obtendrá mayor reconocimiento, será usted una persona DE ÉXITO".



  Luego salí al mercado laboral, a enfrentarme yo solo a la vida cotidiana, en general, y empecé a tener que asumir responsabilidades que antes eran solamente "de mayores", pues yo ya era mayor. Llegados a este punto, parece que nada de lo que nos han enseñado sirve, pues quien rige esta "nueva realidad" es el dinero, el poder, el reconocimiento social, etc.
  Se nos dio a elegir en cual de esos dos mundos queríamos vivir haciéndonos la siguiente pregunta: ¿Quiere usted ser una pobre persona DE PROVECHO sin futuro, o vivir a lo grande y garantizar el bienestar de usted y los suyos, siendo una persona DE EXITO? Visto así, ¿que habría elegido usted?

  A quienes elegimos, en su día, ser personas de provecho, la sociedad española nos mandó un mensaje alto y claro. LO QUE NO HAGA USTED, LO HARÁ OTRO. APROVECHE LA OPORTUNIDAD QUE SE LE DA, MIRE POR USTED Y QUE LOS DEMÁS SE LAS BUSQUEN COMO PUEDAN... NO SEA USTED TONTO. Y esta frase tan incitadora al delito, parece que es la que más ha calado en nuestras ingenuas mentes durante las últimas décadas.

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